La fragilidad en la vejez no es inevitable. Con una atención médica adecuada, hábitos saludables y ejercicio regular, es posible prevenir o revertir esta condición que afecta la autonomía de millones de adultos mayores.

¿Qué es la fragilidad en adultos mayores?
La fragilidad es una condición médica caracterizada por una disminución progresiva de la fuerza, resistencia y capacidad funcional. Aumenta el riesgo de caídas, hospitalizaciones y pérdida de independencia. No es una enfermedad, sino un síndrome geriátrico que puede prevenirse.
Principales causas de la fragilidad
- Envejecimiento natural del cuerpo
- Desnutrición o alimentación deficiente
- Sedentarismo
- Enfermedades crónicas como la diabetes o la osteoporosis
- Problemas de salud mental como la depresión o el aislamiento social
Síntomas de alerta
- Pérdida de peso involuntaria
- Fatiga constante
- Debilidad muscular
- Dificultad para caminar
- Menor participación en actividades cotidianas
Reconocer estos signos a tiempo permite intervenir de forma eficaz.
¿Cómo prevenirla o tratarla?
- Alimentación balanceada: Rica en proteínas, calcio, vitamina D y antioxidantes.
- Actividad física regular: Ejercicios de fuerza y equilibrio, como caminar, yoga suave o rutinas personalizadas.
- Evaluaciones médicas periódicas: Para detectar a tiempo enfermedades que puedan acelerar la fragilidad.
- Red de apoyo social: Mantener vínculos familiares o con la comunidad ayuda a prevenir el aislamiento.
📎 Enlace interno recomendado: Rutina de entrenamiento funcional en casa: sin equipo y efectiva
📚 Enlace externo recomendado:
Instituto Nacional de Geriatría de México – Información sobre envejecimiento saludable: https://www.gob.mx/inger
Conclusión
La fragilidad no es sinónimo de vejez. Prevenirla es posible con información, acción y acompañamiento profesional. Al cuidar hoy a nuestros adultos mayores, también protegemos nuestra calidad de vida futura.